Para comenzar, te puedo decir que si no se tiene visión, no se sabe a dónde ir.
Esto es una realidad, tanto en los negocios como en la vida personal.
Las organizaciones cuyos Líderes no tienen visión están condenadas a trabajar por pura tradición.
No pueden prosperar y crecer, ya que su actividad se reduce a mantener las cosas como siempre han sido, pues se guían por el dicho: "Si no está roto, no lo arregles".
Los verdaderos Líderes ven las cosas de otra manera. Son guiados por otra creencia más acorde con el mundo competitivo en que vivimos.
En su opinión, "Si no está roto, no estoy haciendo todo lo que puedo para mejorarlo." Está consciente de que siempre hay un margen de mejora, pues cree que nadie ha hecho algo tan bien que no se puede hacer mejor.
La visión es una fuerza tremenda mente poderosa en cualquier camino de la vida, pero en los negocios es esencial, puesto que:
Una visión es una meta hacia la que el Líder apunta sus energías y recursos.
La presencia constante de la visión mantiene al Líder en movimiento a pesar de las distintas fuerzas de resistencia: miedo al fracaso, dificultades emocionales, como las respuestas negativas de los superiores, compañeros o empleados, y dificultades o problemas en la industria.
Para los Líderes, una visión no es un sueño, es una realidad que todavía no existe. La visión de los Líderes es palpable, y su confianza en la visión y la dedicación son tan fuertes que pueden dedicar muchas horas durante muchos años a fin de que se cumpla. De esta manera, la visión actúa como una fuerza, obligando al Líder a tomar acción.
Ésta da propósito al Líder, y el poder de la visión y la devoción del Líder hacia su labor, sirve para inspirar a otros, quienes detectan el propósito y compromiso de responder.
Warren Bennis, después de haber pasado muchos años trabajando con Líderes, llegó a la conclusión: “Si bien los Líderes vienen en diferentes tamaños, formas, y disposiciones - bajos, altos, inteligentes, perezosos, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres - cada líder con el cual hablé, comparte, al menos una característica con los demás: una preocupación con un propósito que los guía, una visión general.”
Para ser un buen Líder tienes que convencer a la gente de seguir un objetivo de valor; algo que sea muy bueno y que realmente sea factible de lograr.
Debido a que opera en muchos niveles, la visión es difícil de definir de manera sencilla. Cuando decimos que un Líder tiene visión, nos referimos a la capacidad de ver el presente como es, y formular un futuro probable y que se está gestando en el presente.
Un Líder con visión es capaz de ver hacia el futuro manteniendo sus raíces en el presente sin ser miope. También hablamos de que el Líder posee una visión para una organización, la cual la analiza desde una perspectiva ligeramente distinta:
Una visión es una idea del futuro, es una imagen, un deseo muy sentido.
La visión se refiere a una fuerza dentro del Líder que se propaga como un reguero de pólvora cuando la comunica a los demás.
La visión se refuerza con una imagen del futuro que puede ser discutido y perfeccionado por los que han invertido en ella.
La visión también es el pegamento que une a los individuos en un grupo con un objetivo común.
Esta multiplicidad de significados no debilita u oscurece su concepto, sino que muestra cómo la visión es esencial para el éxito de un Líder y una organización.
Una visión compartida por los trabajadores puede mantener a la compañía avanzando ante las dificultades, logrando inspiración para los Líderes y empleados, por igual.
Al avanzar hacia los mismos objetivos, las personas trabajan juntas en lugar de estar desconectadas, como si hubiesen sido contratados, casualmente, por la misma organización.
Puede convertir la imagen estereotipada de una empresa jerárquica en otra, con una matriz bien organizada y armoniosa donde todos trabajan juntos en busca de un objetivo común.
Para ser efectivos, los Líderes no deben obligar a la organización a aceptar su visión. La imposición logrará, con mucha probabilidad, obtener el rechazo temporal y, en consecuencia, la pérdida de tiempo y dinero.
Además, este enfoque conduce a la frustración y el resentimiento, que puede dar lugar a fracasos innecesarios. Cuando un Líder autocrático impone una visión a la organización origina incumplimientos, en lugar de compromiso, condición ésta imprescindible para el éxito a largo plazo de la visión.
Lo ideal es que el Líder comparta la visión con las personas de la organización..
En la medida en que los empleados comprendan mejor la visión, así también, ofrecerán su compromiso.
Fuente:Nuevo Liderazgo
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