De manera resumida, lo que debe entenderse por Liderazgo se desarrolla en cinco (5) conceptos:
1. Liderazgo creativo (visión):
Es importante que la empresa tenga clara su razón de ser: dónde está y dónde quiere estar. Cuál es su visión, misión, objetivos y cultura. Conocer las ventajas competitivas que atesora y cuáles son sus limitaciones. El directivo tiene que tener una gran capacidad para anticipar escenarios y trazar el rumbo y la estrategia a seguir. Como decía Séneca: «No hay buen viento para quien no sabe a dónde va».
2. Liderazgo emocional (seducción):
No basta tener claro hacia dónde se dirige la empresa, sino que el directivo debe ser capaz de transmitirlo. Saber dotar de gran contenido emocional a los mensajes y que llegué a cada uno de los miembros y rincones de la organización. Todo líder que merezca este calificativo está obligado a ser un seductor, alguien capaz de entusiasmar con lo qué dice y cómo lo dice. Debe ser capaz de vender muy bien la empresa y el proyecto tanto hacia fuera (clientes) como hacia dentro (empleados).
3. Liderazgo técnico (ejecución):
Las palabras son inspiradoras porque evocan un futuro mejor, pero lo determinante son las acciones. Visión sin ejecución es alucinación. El liderazgo es la capacidad de convertir sueños en realidades. Sin resultados no hay liderazgo. O como decía Confucio: "Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso". Las palabras bonitas, sí, pero siempre que vayan acompañadas de hechos. En una rueda de prensa, el entrenador del F. C. Barcelona, Pep Guardiola, era preguntado sobre cuánto tiempo duraría en el banquillo. Y contestaba: «Si gano, duraré mucho; si pierdo, poco». No se puede resumir de manera más clara.
4. Liderazgo humano (personas):
Se pueden conseguir resultados de dos maneras: sin tener en cuenta a las personas o teniéndolas en cuenta; machacándolas o consiguiendo que se desarrollen al mismo tiempo que la organización. Lo primero da resultados a corto plazo porque la gente tiene que comer, pero su sostenibilidad es dudosa. Antes o después, cuando a las personas no se les trata con dignidad, acaban emigrando. No se trata de ser blando, sino de combinar exigencia con tacto, disciplina con cariño, rectitud con generosidad. No hay que caer en el «amiguismo», pero las relaciones profesionales siempre deben estar basadas en el respeto, la dignidad y la profesionalidad. El autoritarismo es el arma y el instrumento de los débiles e inseguros. El auténtico líder busca el encuentro con la gente, negocia y gestiona conflictos de manera permanente, por ello la Inteligencia Emocional es su herramienta clave. El 90% del éxito directivo es Inteligencia Emocional.
5. Liderazgo ético (valores).
La ética es inherente al concepto de liderazgo, aunque algunos la pasen alto. El profesor Fernández Aguado explica esta cuestión con gran agudeza. Una cosa es el liderazgo técnico (arrastrar a la gente) y otra el liderazgo ético (hacerlo hacia objetivos valiosos).
El auténtico líder es el que hace bien el bien; es decir, hace las cosas correctamente (técnica) y además hace las cosas correctas (ética). En este club están Gandhi, Mandela o Teresa de Calcuta. Otros simplemente son expertos en hacer bien el mal; tienen un gran liderazgo técnico pero carecen de cualquier referencia ética. Aquí caben Hitler, Stalin o Lenin.
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